¿No se está afirmando -una vez más- un cambio de doctrina? Y
cada vez con más escasos intervalos temporales (la Familiaris Consorcio es de 1.981, la Amoris laetitia es de hace nada).
Comenzamos primero con la eclesiología (cómo concebir la
Iglesia en el mundo ante los poderes terrenales, y ante las otras -y falsas-
religiones).
Luego se cambió la liturgia (por interés ecuménico, la
claridad evidentísima del "sacrificio" no debía presentarse con la
misma rotundidad).
Continuamos ahora con la moral -con la familia, la
institución predilecta del ataque del demonio- y en relación con esto, la
consideración acerca del pecado mortal, afectando directamente a la doctrina y
disciplina de los sacramentos.
¿Dónde llegaremos? A mi juicio es un camino irreversible,
cuesta abajo (una decadencia social y moral, y como se ha dicho por alguien,
también intelectual). Pero sobre todo una decadencia de la solidez de la fe, tal
y como ha sido concebida desde siempre. Una fe blanda, ñoña, sensiblera, a años
luz de la solidez del edificio que con la razón y el corazón asumieron tantas
generaciones de cristianos. Y algunos seguimos asumiendo.
Me pregunto - y tiemblo de pensarlo- si esta deriva -esa
decadencia- acabará afectando a los aspectos más "intocables" del
dogma como la cristología, la fe en la plenitud de la divinidad y humanidad del
Señor. Si nos fijamos, es el gran obstáculo para una religión universal,
asumible para todo tipo de sensibilidades: Jesús, uno más del panteón de
grandes hombres, que merecen ser divinizados. ¿no es ese el destino/desatino al
que vamos a marchas forzadas, al que nos llevan?
Decir esto hoy nos parece ciencia ficción a nosotros, que
moriríamos por impedir algo así. Pero ¿Y a las próximas generaciones de
cristianos? Tiemblo de pensarlo.
Yo sólo espero que el Señor me lleve con Él antes de ver ese
día.
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