jueves, 26 de diciembre de 2019

VOX pide una Misa por las víctimas del aborto el 28 de diciembre.

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Ha sido una iniciativa del concejal de VOX en Gelves (Sevilla). Hay que elogiar esa valiente decisión, aunque asombra que pedir una Misa por millones de víctimas sea una decisión "arriesgada", pero así está el mundo de trastornado. Que resulte incómodo nos muestra el grado de influencia diabólica en las conciencias. 

Ahora bien, no debe ser un partido político el primero que haga eso para remover conciencias. La decisión debía haberse tomado desde el Párroco de esa localidad del Aljarafe sevillano, luego por el Obispo de la diócesis para toda la provincia eclesiástica, y por último por el Santo Padre para la totalidad del orbe católico. 

El escándalo de la aceptación social del aborto ha llegado a tal indignidad, que debería, a mi juicio, ser la misma Iglesia Católica, al más alto nivel, la que fije oficialmente en el calendario cristiano la fecha del 28 de diciembre como el día especial para rezar por los millones de asesinados en el vientre de la madre: "Día de los santos inocentes y de las víctimas del aborto". Así de claro.

Comprendo que es más difícil eso que redactar una Encíclica sobre ecología, pero la Iglesia no está para acariciar los oídos de las gentes sino para enseñar la Verdad, combatir el error y proteger a los más débiles, siguiendo el ejemplo del Señor. Aunque eso cabree a la mayoría del mundo y aunque la ONU deje por eso de elogiar al Santo Padre.

lunes, 16 de diciembre de 2019

¿Corredentora o discípula?

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“ (María) nunca se presentó como corredentora. No. Discípula” (Papa Francisco)


Yo pienso, sin embargo, que María sí es corredentora, y no propiamente discípula.


Primeramente es verdad que María jamás hizo gala de sus privilegios. Sólo una vez, plena del Espíritu, se regocijó por las maravillas que el Altísimo había hecho en su humilde persona, pero no como autoelogio sino como alabanza al Dios único que ensalza a los humildes y hunde a los soberbios.


Pero María jamás se presentó como discípula. Su vida fue más bien oculta, porque sólo la luz de su Hijo debía brillar mientras era proclamada la Buena Noticia.


Sin embargo, la Biblia, la Tradición y la Sentido de la fe de los cristianos sí la presentan como corredentora. Porque Jesucristo, con su pasión en el calvario, nos dio la definitiva Gracia de la Redención. María, al pie de la cruz, con su com-pasión, se asoció a la pasión de su Hijo, y por tanto es corredentora.


Y al igual que a su Hijo una lanza le abrió el pecho, y de ahí brotó nuestra Salud, una espada de dolor atravesó el pecho de la madre (Lc. 2,35), uniéndose de este modo indisoluble el corazón roto del Hijo y el corazón roto de su madre. Por eso, legítima y bíblicamente decimos los católicos que María es corredentora. Y algo más que tanto han intuido los santos: verdaderamente el amor a María es signo de estar predestinado la la salvación.


María, en cambio, jamás se presentó como discípula. Ni siguió a su Hijo durante su vida terrena, ni viajó tras su resurrección a proclamar la Buena Noticia. Pero se quedó una vez, al principio, entre ellos -como tan dulcemente describen los Hechos (Hch. 1,14)- como una luz para recordarles siempre que dónde está ella, también está su Hijo y que debemos hacer siempre lo que Él nos manda.