jueves, 28 de noviembre de 2019

Satanistas light o progresistas. Sobre unas jornadas siniestras de la Complutense

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La verdad es que uno ve a esa tropa de satanistas de última generación, y se pregunta cómo es posible que hayan degenerado tanto. Probablemente -como profetiza la Biblia- Satán se esté haciendo dueño del mundo en estos tiempos terminales, pero la verdad es que logra más cantidad que calidad. Aun así es trágico porque cada alma, por mediocre que sea, es de valor incalculable para Cristo.

Los viejos satanistas (que ahora estarán sin duda disfrutando del especial agradecimiento de su maestro en su zahurda infernal), eran personas que, al menos, leían y conocían la Biblia, eran cultos e incluso elegantes, y que usaban el talento que el Creador les dio para atacarle, con argumentos tan brillantes como falsos. Su rebeldía era verdaderamente diabólica, porque eran conscientes del destino que habían elegido y de sus consecuencias. Eran como el Satán de John Milton, que aún en su maldad y estupidez, no dejaba de tener algo de grandeza. Por supuesto, creían en Dios y en el adversario, y, aunque no quisieran reconocerlo, "temblaban" (St. 2,19).    

Pero los tontos que organizan esos aquelarres de última generación, a diferencia de sus predecesores, son unos ignorantes supinos en teología, no saben -a diferencia de su maestro tenebroso- que los tiempos oscuros acabaran pasando y la cruz de Cristo alumbrará un nuevo día, y ese día no acabará jamás.

Éstos dicen incluso que no creen en Dios ni siquiera en Satán (no más allá de un mero símbolo), son satánicos simplemente por seguir la corriente del mundo actual, con lo que el aspecto típico de la rebeldía del satánico de antaño queda muy disminuido.

Probablemente por eso esté tan cabreado Satán, y actúe con tanta violencia en nuestros días, porque a él, el soberbio por excelencia, le enfada ver tanto estulto sin convicciones verdaderamente satánicas, que no obstante aplaude las sandeces de esos foros donde se le ensalza, sin entender de la misa a la media.

Y también entiendo su enfado, mirando al futuro: aguantar a un necio, incluso en el infierno, debe ser duro hasta para el mismísimo Satanás.

NOTA: Algunos plantean la legalización del satanismo, como una religión más.-

No es nada complicado normalizar el satanismo, como culto o religión alternativa, en la sociedad occidental pues la mayoría de sus jóvenes -incluido bautizados católicos- aceptan con normalidad el aborto o la sodomía, como opciones moralmente admisibles. Aunque no lo sepan, aunque no le rindan culto e incluso aunque se rían hoy a carcajadas viendo "El exorcista", son de facto siervos de Satanás.

Pero no olvidemos que la deriva del hombre hacia al Maligno no es gratis, pues su objetivo último no es que unos descerebrados le rindan culto (probablemente el asco y el odio que siente el demonio hacia la raza humana, se duplique con sus devotos, con los que más toman en serio ponerse a su servicio).

El objetivo del demonio es destruir el Reino de Cristo y pervertir a sus miembros (a esos, más que odiarles, les teme), y por eso le gusta esa normalización legal, porque pone unas bases para que a la larga las únicas costumbres y los únicos cultos que serán odiados por la mayoría sean los cristianos. Con lo que el tiempo del Anticristo caerá como fruta madura.

martes, 26 de noviembre de 2019

Eso, jamás de los jamases.

El cardenal Müller advierte que cientos de miles de católicos abandonarán la Iglesia por el culto idolátrico a la Pachamama.

Eso jamás, Cardenal Muller. Si el Anticristo se sitúa al final en el lugar de Dios (II Tes.2,4) , aún así seguirá quedando un resto fiel que esperará en el Señor (Sof. 3,12), aunque sea en las catacumbas. Esa será la iglesia de la que el Señor dijo que las puertas del infierno no la hollarán. Y ahí nos verán a los que llevamos a Cristo y su Palabra en el corazón.


¿Es que alguien piensa que en una comunidad protestante -sin sacramentos (¡sin Eucaristía, ni reconciliación!), sin culto, con las Escrituras mutiladas, y sin el auxilio de la bienaventurada Virgen María y de la Comunión de los Santos- algún católico sensato puede sentirse con esperanza de salvación?


Ni aún sucediendo la apostasía en la cabeza de la Iglesia, podremos renunciar jamás a la fe que hemos recibido "de una vez para siempre" (Jd. 1,3). Eso jamás.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Boda gay en Austria con aprobación de los responsables de la diócesis

La diócesis austriaca de Graz-Seckau justifica la bendición de una pareja de lesbianas citando Amoris Laetitia


«La cuestión fundamental es si las personas homosexuales pueden sentirse como en casa en la Iglesia», ha dicho el portavoz de la diócesis austriaca de Graz-Seclau, fundamentándose en la Amoris Laetitia (no en las Sagradas Escrituras y la Tradición por cierto) y aprobando oficialmente ese acto.



Para los pecadores -es decir, para todos, sean o no homosexuales- la Iglesia es un verdadero "hospital de campaña" (creo que esa expresión era del papa Francisco), hacia donde nos dirigimos una y otra vez tras los continuos combates de esa dura milicia que es la vida en la tierra.



Y vamos para curarnos de los pecados -para "encontrar sanación" (expresión también del Papa)-, no para hacer fiestas donde ensalzamos los mismos, y menos aún para utilizar indignamente sus poderosas medicinas -sacramentos y sacramentales- para agravar nuestra enfermedad y hacerla mortal.



Está claro que, de modo oficial, la diócesis de Graz-Seckau ha aprobado un sacrilegio, con lo que podemos afirmar que ha hecho un acto manifiesto de apostasía. Que use un ambiguo documento papal como coartada no hace menos repulsiva su apostasía.



En fin, o se toman medidas duras contra los responsables de ese esperpento sacrílego, o la asociación de esa escena repugnante con un texto que lleva la firma del Santo Padre resultará demoledora para ésta y para las futuras generaciones de católicos.



Los que tenemos cincuenta años quizás seamos la última generación de católicos que hemos conocido, al menos con cierta pureza, la religión tal y como se ha predicado desde siempre (aunque los efectos del CVII hayan sido devastadores para mi generación). Y en mi caso, si no fuera porque literalmente me convertí ya que Dios me tuvo misericordia, probablemente miraría con indiferencia esa escena.



Pero las nuevas generaciones, educadas con guitarritas en la liturgia y con buenrrollismo papanata en todo lo demás, acabarán acogiendo con normalidad estos despropósitos. Salvo que alguien de arriba -ojalá el máximo responsable- diga alto y claro de una vez: ¡basta!


miércoles, 13 de noviembre de 2019

La cabeza herida del dragón




Una de las cosas que más me chocaban de los Mensajes de Garabandal (1961-1965) era la alusión a una "vuelta del comunismo". Es decir, en los años 60 -cuando el terror rojo y su prestigio ante la progresía mundial amenazaban con devorar occidente- la Virgen parecía profetizar que el comunismo se hundiría, pero que volvería a renacer. Parecía imposible lo primero, y lo segundo no sólo imposible sino abiertamente disparatado.




Cuando tuve el primer conocimiento de estas apariciones -a inicios del año 2000-, me extrañaba especialmente esta profecía porque, como muchos otros, creía que el hundimiento estrepitoso del Muro de Berlín y de los regímenes comunistas del Este,- podridos de pobreza, corrupción y muerte-, al inicio de la década de los 90 del pasado siglo, significaría mandar el marxismo y el comunismo al inodoro de las ideas más criminales de la historia. Un mal recuerdo, que jamás volvería a aparecer por la realidad, al menos en el civilizado occidente.




Está visto que no fue así.
Que el comunismo, al igual que esa cabeza de la bestia apocalíptica -Ap. 13,3-, sólo fue herido, pero no muerto, y ha revivido de una manera terrorífica, no sólo para llevar ruina económica a los pueblos sino para arrastrarlos a una nueva moral basada en la impiedad y en la cultura de la muerte (aborto, género, eutanasia, homosexualidad), pero con un falaz barniz de humanitarismo. O dicho de otro modo: para asentar las bases sociales del Anticristo. 




Y atención a lo que también se profetizó en Garabandal: "cuando vuelva el comunismo, entonces todo sucederá".

martes, 5 de noviembre de 2019

El problema no son los excesos. El problema es la reforma de lo que nunca debió reformarse.

Ahí lo ven. En una Iglesia de Álora (Málaga). Una señora disfrazada de sacerdote, junto a un cura católico, elevan las Sagradas Especies en un Altar donde Cristo muere (paradójicamente, los herejes ingleses no creen que la Santa Misa sea verdadero sacrificio, ni tampoco en la Presencia Real y menos aún en la Transustanciación). Da igual, lo importante es el buen rollito.

Fue el día 1 de Noviembre, festividad de los Todos los Santos.


Leo que esta señora se llama Jenny Lancaster y es sacerdotisa anglicana. El cura católico que está a su lado -de cuyo nombre no quiero acordarme-,  probablemente, ni sepa quienes fueron Santo Tomás Moro, San Juan Fisher o San Edmund Campion, ni la causa por la que fueron martirizados. O quizás sí lo sabe. Pero seguro que no conoce otro dato: que la reforma litúrgica en la Inglaterra del siglo XVI, bajo la inspiración del arzobispo Thomas Cranmer, fue el punto de partida para la transformación de una sociedad profundamente católica como la inglesa en una sociedad protestantizada y anticatólica, y -a día de hoy- en una de las naciones europeas con más ateos por metro cuadrado: lex orandi, lex credendi. 

Habrá una discreta reprimenda de la superioridad (quiero pensarlo), se llamará al orden a este sacerdote, se disculpará -imagino-, y a seguir, que la vida son dos días. O a lo mejor acaece lo contrario; que emborrachados por el espíritu del sínodo de las diaconisas amazónicas (para mí el Sínodo del Tíber, lugar del único acto verdaderamente cristiano de esos siniestros días), se quiere ver este sacrilegio como anticipo fructuoso de la Iglesia del Espíritu, siempre lleno de novedades admirables, de sorpresas inimaginables, pasmo para los cristianos.

Yo, sin embargo, quiero decirles a todos aquellos malagueños por los que aún corra sangre católica en sus venas, que "de una vez para siempre" pueden ir al Santo Sacrificio del Altar, donde es absolutamente imposible horrores como éste. En Málaga la dirección es la siguiente:

Misa tradicional Domingos y festivos, a las 18:00 horas -invierno- y 19:00 horas -verano-. Parroquia de los Santos Mártires Ciriaco y Paula. Plaza de los Mártires (Málaga).

Anímense. Rompan con quienes quieren destruir la fe católica, y agréguense definitivamente a ese:

"pueblo con pureza de labios, para que todos invoquen el nombre de Yahvé, para que le sirvan de común consentimiento. En aquel día no serás avergonzada por ninguna de tus obras con que te rebelaste contra mí. Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Yahvé" (Sof. 3,9-12). 

viernes, 1 de noviembre de 2019

Todos los santos. Una festividad con un especial significado hoy



Los polémicos acontecimientos que se han vivido en Roma con ocasión del ultimo Sínodo creo que hacen necesaria una especial reivindicación de esta bellísima fiesta.

Esta festividad fue instituida por Bonifacio IV en el 609 sustituyendo la dedicación que el Panteón romano hacia a todos los dioses paganos. Es decir, se sustituyó un culto a dioses falsos por un culto a la Virgen María y a los Santos que ya gozan de la visión beatifica, y esa sublime cercanía a Dios hace posible que les demos culto como poderosos mediadores.

La sabiduría de la Iglesia purificó y dignificó una fiesta pagana, le dio un radical nuevo significado, aunque conservando el sabor histórico de una vieja fiesta. Lo que nunca hizo la Iglesia fue ubicar las estatuas de Júpiter, Afrodita o Marte en las iglesias junto con las figuras de los Santos.

Las figuras paganas -de inmensa belleza estilística- fueron llevadas a los museos del Vaticano, y hoy son la admiración del mundo. De ellas sólo se salvaba la belleza, por eso merecían conservarse. Pero como eran mentira no podían estar en lugares sagrados. Y menos ofrecérseles oración o culto alguno. 

Tiempo este muy oportuno para recordar cómo obraba nuestra Iglesia Católica en el pasado. Y cómo parece que eso ha pasado a la historia.