El Dicasterio romano del Culto Divino ha ordenado al Arzobispado de Oviedo que impida la celebración de una Misa Tradicional en el Santuario de Covadonga. Y al parecer no se ha precisado el motivo/los motivos por el que esta Iglesia abierta a "todos, todos" de Francisco toma una decisión que, sin duda, decepcionará a los cientos de jóvenes que se reunirán en esa hermosa localidad asturiana.
Por ello, me he permitido la osadía de suplir ese extraño silencio, y aquí expongo cincuenta razones por las cuales pienso que la Roma actual -tan proselitista y que arde en celo por evangelizar a la juventud- ha prohibido el Sacrificio de la Misa según la forma extraordinaria del Rito Romano en Covadonga.
Empezamos:
I
Como el diálogo es la palabra clave para comprender a la Iglesia Católica de los últimos sesenta años, la Misa Tradicional no tiene el carácter dialógico de la actual y además incorpora un rito que no da cabida a las sorpresas del Espíritu tan habituales en esta primavera de la Iglesia que hoy vivimos.
II
No es conveniente que las nuevas generaciones se radicalicen en la Verdad, pues el mundo moderno reclama gente tolerante, flexible, mejor líquida (Bauman) que dogmática; preferentemente de pensamiento débil (Vattimo) que de convicciones intransigentes.
III
El latín es lengua tan extraña como el turco o el chino mandarín, y nada tiene que ver con nuestra cultura y nuestro mundo.
IV
El cura da a los jóvenes la espalda, cuando ellos son los principales protagonistas de la Santa Misa. El Altar es importante, pero el pueblo tiene derechos.
V
El cura, desde el principio, dice cosas que perturban al joven como “Judicame Deus”, pues en las catequesis que hoy se les imparte se afirma, por activa y por pasiva, que Dios no juzga sino que salva a "todos, todos" (salvo a los rígidos como Viganó).
VI
La Misa Tradicional debe rechazarse por incluir oraciones del estilo de “in electorum tuorum jébeas grege numerari", pues en realidad "todos, todos" somos elegidos (salvo los rígidos como Viganó).
VII
Acostumbrados, como estamos hoy a “la barca”, al "juntos como hermanos”, o al "no podemos caminar", los jóvenes ya no desean volver al "Anima Christi", al "Puer natus in Bethelem" o al "Christus vincit, Christus regnat". Los cánticos gregorianos, pese a crear una venerable atmósfera de misterio y unción, no se entienden y es conveniente acudir a melodías amables y dulces en vernáculo. Mejor para el joven “Una espiga dorada bajo el sol..." que el clásico canto eucarístico : "Adore te devote, latens Deitas".
VIII
Esos silencios tan frecuentes en la Misa Tradicional desconciertan a los jóvenes; a Dios le agrada que digamos/hagamos cosas sin parar. Vida activa mejor que contemplativa, a pesar de lo que le proponga el Señor a Marta.
IX
En concreto, el silencio sepulcral del sacerdote durante el Canon Romano, para luego susurrar con profunda inclinación sobre el Altar las Palabras de la Consagración, es incomprensible (aunque sea defendido por algunos nostálgicos con el argumento de que se introduce al fiel en un misterio insondable, sublime).
X
No es propio de una fe
adulta arrodillarse o comulgar de rodillas, y menos aún si se trata de gente joven. Dios nos quiere erguidos, y que le hablemos de tú
a tú, entre iguales. Fe madura, por favor.
XI
Rezar el prólogo del Evangelio de Juan –y
en latín- después de la bendición es desconsideración con los jóvenes que desean aprovechar su ocio durante el domingo.
XII
Lo mismo rezar tres Avemarías –y en latín y de rodillas- después del Evangelio joánico.
XIII
Lo mismo rezar el Salve Regina -y
en latín y de rodillas- después de los tres Avemarias.
XIV
Suma y sigue. Rezar la Oración de San
Miguel –y en latín y de rodillas- después del Salve Regina.
XV
Y, además de lo anterior, no tiene sentido el invocar a san Miguel después de la bendición porque nunca como hoy nuestro mundo ha estado tan libre de la presencia del demonio (si es que existe). De hecho los más prestigiosos teólogos (y hasta el mismo general de los jesuitas) tienen claro que no es un ser real.
XVI
Riesgo de dañarse las
rodillas de los fieles de tanto postrarse.
XVII
No cabe duda que sustituir en la Misa el órgano por la guitarra ha contribuido decisivamente a que en las celebraciones modernas sólo veamos rostros jóvenes.XVIII
El Ofertorio de la Misa Tradicional es largo, parece una Plegaria Eucarística y, sobre todo, suena mucho a Sacrificio (algo incomprensible en pleno siglo XXI). Simplicidad ante todo. Más apropiado y ecuménico es leer en voz alta la oración/bendición del Novus Ordo, aunque sea más judía que cristiana, como todos admiten.
XIX
Se recita dos veces el Confiteor, algo cruel porque se le recuerda al joven reiteradamente que es pecador.
XX
El Canon Romano, aparte de que es demasiado extenso, privilegia a los mártires romanos (como si fueran los más santos entre los santos, inadmisible localismo), y encima dice cosas extrañas como "atque ab aeterna damnatione nos eripi". ¿Pero no quedamos en que estábamos "todos, todos" salvados (salvo el de marras)?
XXI
Se le niega al joven rezar
in voce el Padre Nuestro. Íntegramente sólo lo hace el sacerdote. Clericalismo puro y duro.
XXII
Respecto del Padrenuestro, el joven sólo recita oralmente el “sed liberanos a malo” mientras que el resto de la oración la pronuncia el sacerdote.
XXIII
Más aún. En el Padrenuestro de la Misa Tradicional no se pide al Señor que nos libre del "mal" (término abstracto) sino del "malo" (realidad concreta), y ya sabemos que, como aseveran los teólogos modernos (y el general de los jesuitas), el demonio es un puro símbolo.
XXIV
Es mejor aceptar que Jesús está presente espiritualmente en la Asamblea por el hecho de que varios están reunidos en su nombre, que asumir un misterio tan grande e incomprensible -y que divide a los cristianos- como la Transubstanciación. Ecumenismo ante todo.
XXV
El joven católico tiene muy claro que si un Papa impuso la Nueva Misa y abrogó la antigua, está bien hecho, porque los Papas jamás se equivocan como nos demuestra inequívocamente la historia de la Iglesia desde San Pedro.
XXVI
La Misa, ante todo es un
banquete, una fiesta, una synaxis… y por eso el cura debe mirar, dialogar y,
si se tercia, hasta hacer chistes. Buen rollo ante todo, que eso atrae a muchos jóvenes.
XXVII
La Misa tradicional es sexista porque a las mujeres se les pide que cubran su cabeza con un velo.
XXVIII
Y no inclusiva porque en el Altar exclusivamente sirven varones y consagrados.
XXIX
No tiene sentido que el cura lleve manípulo y birrete. Demasiada diferenciación, excesivo clericalismo.
XXX
La Misa Tradicional es desconsiderada con los laicos de ambos sexos porque no pueden recitar las Lecturas y menos afirmar desde el atril, en la misa de difuntos, la certeza indubitada de que el muerto ya está en el Cielo.
XXXI
Los jóvenes, que son mucho más conscientes de reglas profilácticas que sus padres, saben que la Comunión en la boca es una práctica antihigiénica, y da igual que estemos recibiendo al mismo Salvador del mundo. Hay que evitar hipotéticos contagios ante todo.
XXXII
Para los jóvenes no tiene sentido arrodillarse cuando en el Credo se cita el Misterio de la Encarnación –et homo factus est-. Un misterio como otro cualquiera.
XXXIII
El mismo caso. No tiene sentido que los jóvenes se arrodillen cuando en el Prólogo de Juan se vuelve a recordar el Misterio de la Encarnación
–et Verbum caro factum est-. Un misterio
como tantos de nuestra fe.
XXXIV
Se recita nueve veces el “Kyrie Eleison-Christe Eleison” (cinco el cura y cuatro el fiel, que a veces pierde la cuenta).
XXXV
En ocasiones se interpreta el himno nacional durante la Elevación, lo cual es impropio, pues la mayoría de jóvenes de nuestro mundo son multiculturales, progresistas, su patria es el mundo y sienten desapego hacia la propia que les ha dado todo lo que son.
XXXVI
Los fieles habituales de la Misa
Tradicional suelen ser viejos nostálgicos y "pepinillos en vinagre" (impagable expresión del actual Papa) y es una pena que tantos jóvenes,
que cada vez acuden más a ella y se les ve tan felices, puedan acabar como ellos.
XXXVII
Los jóvenes españoles, que conocen a muchos protestantes gracias a los Erasmus, saben que a estos les disgusta la Misa Tradicional y juzgan más positivamente la Misa Moderna (a la que pueden acudir sin complejos por el evidente parecido con su cena del Señor). Ante todo, buen feeling con todos.
XXXVIII
En el Rito Romano Tradicional nunca se escuchan oraciones que expresan la convicción de que “la humanidad entera entrará en tu descanso”, pero sí la seguridad de que hay elegidos y no elegidos, además de exhortaciones fuertes a que recemos por nuestra salvación y la de los demás, y perseveremos en la fe, cosas innecesarias al parecer pues "todos, todos" estamos salvados (a excepción del ya mencionado).
XXXIX
Se maltrata a los chavales acólitos al hacerles llevar el Misal, que pesa un quintal, de lado a lado.
XL
Es extravagante que el
cura después de la consagración junte los dedos que han cogido el Cuerpo del Señor. El mundo científico en el que se han educado los jóvenes rechaza esos gestos supersticiosos.
XLI
Afirmar que la Misa es ante todo un verdadero y auténtico Sacrificio se hace incomprensible al hombre moderno y más aún a los jóvenes. ¿Por qué alguien tiene que ser sacrificado si "todos, todos" se salvan (bueno, salvo uno)?
XLII
Es violento e inexplicable que el sacerdote, durante el lavatorio, mencione a los "viris sanguinum" y pida, frente a ellos, su protección al Señor. No trae buenas sensaciones para los jóvenes.
XLIII
Es más violento e inconcebible aún que el sacerdote, antes de leer el Evangelio, pida la purificación de sus labios del mismo modo en el que Dios purificó los de Isaías, nada más y nada menos que con brasas. Tampoco da buena impresión a los jóvenes, cuando leen sorprendidos la rúbrica del Misal.
XLIV
Es igualmente inadecuado que en el "Sanctus" en latín se hable de un "Deus Sabaoth", "Dios de los ejércitos". Perturba la paz perpetua en la que vive nuestro mundo, en camino hacia la consecución del paraíso en la tierra. Mejor la traducción que el original: "Dios del universo".
XLV
Simili modo es más adecuada la versión castellana del "Gloria" que el "Gloriae" latino original, pues aquí se habla de "pax hominibus bonae voluntatis", mientras que en lengua española se desea paz "a los hombres que ama el Señor". Es decir, a "todos, todos", dando por tanto igual que tengan buenos o criminales propósitos.
XLVI
Se obliga de hecho a los fieles a llevar un Misal para entender las oraciones de la Misa. ¿Y no es mejor tener las manos libres para dar la paz, aplaudir cuando se tercie, elevarlas al cielo cuando lo reclame el cura en la Nueva Misa o llevársela a la frente cuando el mencionado cura moderno haga alguna innovación litúrgica, cambie oraciones caprichosamente o predique algún disparate en el sermón?
XLVII
En el momento de la consagración de la Misa Tradicional se introducen unas arcanas palabras -mysterium fidei- que los más expertos exegetas afirman que no fueron pronunciadas por el Señor aunque están incluidas en el Canon en virtud de una antiquísima Tradición. Bien en todo caso por Pablo VI por sacarlas de la fórmula de la consagración. Seguro que los protestantes y demás herejes se lo agradecieron.
XLVIII
Los fieles de la Misa Tradicional no se dan la mano, no se besan, ni se abrazan en el momento del "pax Domini". ¡Con lo que le gusta a los jóvenes las efusiones sentimentales!
XLIX
En la Misa tradicional, el cura es un hombre ungido por Dios para ofrecer sacramentalmente el mismo e irrepetible Sacrificio de Cristo, perdonar los pecados del pueblo y guiarlo hacia la patria del Cielo. Ahora es/debe ser un "animador litúrgico" y un hombre al servicio de su comunidad, que sirve tanto para un roto como para un descosido.
y L
En realidad, las cuarenta y nueve razones que, con cierto matiz irónico, hemos expuesto hasta ahora son meras excusas. El verdadero motivo de la negativa es otro, pero ¡ay! no puede ser reconocido oficialmente por Roma. Aunque tenemos la certeza de que le obsesiona.
Roma sabe que cada celebración de Misa Tradicional es una enmienda a la totalidad de las torcidas vías intelectuales y volitivas de nuestro mundo, a las que nuestra querida Iglesia Católica se ha ido sumando progresiva e inexorablemente desde los años 60 del siglo pasado. Y al decidirse por esa opción "pastoral" asumió su elevado coste: el camino del progresismo no es lineal sino en espiral, como un tornado que gira sobre sí mismo y se va abriendo, absorbiendo todo lo que encuentre a su paso, ensanchando su poder destructivo de modo que los errores no se dejan atrás sino que se van acumulando, resultando cada vez más graves.
Y es una tragedia que los fieles llevemos tanto tiempo en el interior de ese huracán, mareados con novedades y escándalos que no cesan, y todo porque unos iluminados decidieron un día que convenía dialogar y llevarse mejor con el mundo, olvidando incomprensiblemente quién era su príncipe. Por ello ha sido providencial que numerosos católicos hayan/hayamos descubierto la Misa Tradicional, la más poderosa contramarcha para escapar de ese caos de tinieblas, como si fuera el mismo sol que surge ad orientem. Un sol, cuyo calor disipa los más insidiosos tornados y que verdaderamente "laetificat juventutem meam".
¿Por qué entonces Roma persigue con crueldad el carisma de esos fieles católicos? ¿Por qué ese pánico a rehabilitar con honores la Misa de siempre (que jamás debió ser abrogada), cuando los frutos que genera en familias cristianas y en vocaciones sacerdotales y de vida consagrada son tan fecundos y duraderos? ¿Tan ahumadas tienen las pupilas por ese humo del infierno (cuya irrupción en la Iglesia denunció Pablo VI, responsable directo del desastre), para no darse cuenta de que ha llegado hoy tan alto como para oscurecer las doctrinas solidas de religión y de moral en las que siempre hemos creído los católicos, y reducir el misterio litúrgico a veces a niveles de opereta bufa? ¿Es que no sienten vergüenza de sí mismos cuando contemplan a tantos jóvenes, la mayoría estudiantes, que les vencen por goleada en fe, esperanza y caridad, y les marcan la única dirección correcta? ¿Hasta cuándo seguirán en el sostenella y no enmendalla? ¿Es que pretenden continuar así hasta que se apague la luz del último Sagrario del mundo y las tinieblas se apoderen de todo?
Hay muchos interrogantes, pero tengo una profunda convicción: la fidelidad conmovedora de los jóvenes de Asturias y de todas partes a la Misa Tradicional son las primicias de la más decisiva reconquista. Covadonga es hoy una poderosa resistencia, como lo fue Chartres ayer, contra este mundo bajo la garra de Satanás. Habrá derrotas y mártires, pero la garantía de la victoria nos la ha dado nuestro amado Capitán cuando nos aseguró que "las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia". ¡Maranatha!
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